En los últimos años, la forma en que las personas generan ingresos ha cambiado radicalmente. Si antes era necesario un título universitario, una carrera estable o un negocio físico para lograr el éxito financiero, hoy ha surgido un nuevo camino: el de los influencers digitales. Estos creadores de contenido están transformando seguidores en capital, “me gusta” en ingresos y el compromiso de su audiencia en oportunidades. Pero, ¿cómo fue posible esto? ¿Y qué hace que este tipo de capital sea tan relevante en la economía actual?
¿Qué es el capital económico y cómo ha evolucionado?
Para comprender el impacto de los influencers, primero es importante entender qué es el capital económico. Básicamente, se refiere a los recursos que una persona o empresa posee y que pueden convertirse en dinero o activos. Tradicionalmente, ese capital era representado por bienes físicos, propiedades, acciones o dinero.
Con el tiempo, esta visión se amplió. El sociólogo francés Pierre Bourdieu fue uno de los primeros en señalar que también existen otras formas de capital, como el capital social (redes de contactos), el capital cultural (educación, conocimientos) y el capital simbólico (reputación). Lo que hacen hoy los influencers es transformar capital simbólico y social en capital económico, utilizando las plataformas digitales como puente.
El ascenso de los influencers digitales
El fenómeno de los influencers digitales comenzó a tomar fuerza en la década de 2010, con el auge de redes sociales como Instagram, YouTube y, más recientemente, TikTok. En esa época, el acceso a internet móvil se expandió y los smartphones se volvieron comunes, facilitando la producción y el consumo de contenido.
Personas comunes, sin formación específica en comunicación o marketing, comenzaron a compartir sus rutinas, consejos, opiniones y estilos de vida. Poco a poco, estas voces ganaron credibilidad y formaron comunidades fieles de seguidores. A diferencia de las celebridades tradicionales, los influencers parecían más reales, más cercanos… y por eso, más confiables.
En 2015, las marcas comenzaron a ver el valor comercial de estas figuras. En lugar de invertir millones en publicidad tradicional, comenzaron a apostar por el marketing de influencia, un modelo basado en la recomendación de productos por parte de personas con gran alcance y capacidad de persuasión sobre públicos muy específicos.
Los seguidores como activos: el valor de la audiencia
En el mundo digital, el número de seguidores se ha convertido en un activo. Cuanto mayor sea la audiencia, mayor es el potencial de conversión en ventas, visibilidad y compromiso. Esto generó una nueva lógica económica: la atención se volvió una moneda. Y los influencers son expertos en captarla.
Pero no se trata solo de cantidad, sino también de calidad. La relación que un influencer construye con su audiencia es el verdadero diferencial. Muchos seguidores confían más en la palabra de su creador favorito que en la de una celebridad o medio de comunicación. Esa confianza tiene valor económico.
Las marcas comenzaron a contratar influencers para campañas específicas, lanzamientos de productos e incluso construcción de imagen. Muchos de ellos crearon sus propias marcas, desde cosméticos hasta cursos en línea, transformando su influencia en diversas fuentes de ingresos.
Casos históricos que marcaron un antes y un después
Uno de los primeros casos emblemáticos ocurrió en 2016, cuando la influencer estadounidense Kylie Jenner, con solo 19 años, lanzó su marca Kylie Cosmetics. Con pocos empleados y una estrategia centrada en Instagram, la empresa facturó 420 millones de dólares en solo 18 meses. En 2019, Forbes la consideró la milmillonaria “self-made” más joven de la historia, gracias a su habilidad para transformar seguidores en clientes.
Otro ejemplo notable es el de la brasileña Thaynara OG, influencer del estado de Maranhão, que usó su humor y autenticidad para construir un verdadero imperio digital. Demostró que no es necesario estar en los grandes centros urbanos para crear una marca poderosa —basta con tener una conexión real con el público.
Nuevas formas de capital creadas por los influencers
Los influencers están creando ecosistemas económicos propios, donde su influencia se convierte en distintos tipos de capital. Veamos algunos ejemplos:
1. Capital de marca personal
La imagen construida por el influencer se vuelve un activo valioso. Muchas marcas los contratan no solo por cifras, sino por el valor de su reputación personal.
2. Capital de audiencia segmentada
Los influencers de nicho —como los de finanzas, maternidad, videojuegos o moda— tienen audiencias altamente comprometidas. Aunque tengan menos seguidores, la tasa de conversión suele ser mayor.
3. Capital de contenido
El contenido genera valor continuo. Un video viral puede generar ingresos durante años mediante monetización, patrocinios o licencias.
4. Capital emprendedor
Muchos creadores están fundando empresas, lanzando marcas propias, startups, editoriales o agencias. Su capital simbólico se convierte en negocios reales.
Las plataformas como terreno fértil de inversión
Las redes sociales se convirtieron en el “suelo fértil” de este nuevo tipo de capital. Plataformas como YouTube y TikTok ofrecen monetización directa por vistas, mientras Instagram y Twitter/X impulsan la visibilidad para atraer colaboraciones.
También surgieron nuevos modelos de negocio, como:
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Suscripciones y contenido exclusivo (a través de Patreon, OnlyFans, etc.)
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Activos digitales como NFTs
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Tiendas virtuales con productos propios o afiliados
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Consultorías, mentorías y cursos digitales
Esta descentralización del ingreso permite que el influencer sea, al mismo tiempo, marca, canal, agencia y producto.
Desafíos y responsabilidad
A pesar de las oportunidades, esta economía de la influencia no está exenta de desafíos. La presión por mantenerse relevante, la exigencia de producir contenido de forma constante y los efectos en la salud mental son temas delicados. Además, la responsabilidad sobre lo que se comunica es enorme. Una recomendación equivocada o una actitud inapropiada puede causar daños a la reputación y pérdidas económicas.
Por eso, muchos influencers están profesionalizando sus operaciones, contratando equipos, managers, editores e incluso asesores de prensa. Lo que antes era “solo una publicación” ahora es una estrategia de negocio.
Influencia como profesión y como motor económico
Hoy, los influencers son reconocidos como profesionales que mueven miles de millones. Según un informe de Influencer Marketing Hub, el mercado global del marketing de influencia superará los 24 mil millones de dólares en 2025. Estamos, por tanto, ante una economía paralela y en plena expansión.
Este movimiento también tiene un efecto social: rompe barreras de entrada, da visibilidad a voces diversas y descentraliza el poder de comunicación, antes monopolizado por los grandes medios.
El futuro: inteligencia artificial y economía de la influencia
Con la llegada de la inteligencia artificial generativa, el panorama está cambiando aún más. Ya existen influencers virtuales —avatares hiperrealistas que generan compromiso y publicidad—. Al mismo tiempo, los creadores humanos están utilizando IA para optimizar su producción, aumentar su alcance y diversificar sus formatos.
La tendencia es que la economía de la influencia sea más automatizada, pero también más exigente en autenticidad. La creatividad, el vínculo con la audiencia y la construcción de una reputación sólida seguirán siendo los activos más valiosos.
Conclusión
Los influencers digitales no solo están creando contenido: están generando una nueva forma de capital económico. Mueven mercados, lanzan marcas, inspiran comportamientos y moldean decisiones de consumo. Lo que comenzó con un celular y un poco de carisma, hoy se traduce en una industria con impacto real en la economía global.
Más que una tendencia, la influencia se ha convertido en una herramienta poderosa dentro del nuevo modelo económico. Entender cómo funciona es clave para quien desea adaptarse —y prosperar— en el mundo digital.
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