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Cromoterapia: ¿Por Qué Hay Personas Que Disfrutan el Olor a Gasolina, Pintura o Goma Quemada?

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¿Alguna vez te has sorprendido a ti mismo disfrutando del olor a gasolina mientras llenabas el tanque del coche? ¿O tal vez te llamó la atención el aroma intenso de una pared recién pintada o incluso el humo de una llanta quemada? Aunque para muchos estos olores pueden ser molestos o hasta desagradables, hay personas que los encuentran curiosamente placenteros. Este fenómeno, lejos de ser una rareza, ha despertado la curiosidad de psicólogos, neurólogos y expertos en terapias alternativas, como la cromoterapia y la aromaterapia.

En este artículo exploraremos qué puede haber detrás de esta atracción por olores inusuales, abordando aspectos neurológicos, emocionales, históricos e incluso culturales. También veremos si existe alguna conexión con terapias basadas en colores y aromas, y qué dicen los especialistas sobre este tema que combina ciencia, percepción y subjetividad.


La percepción del olor: una experiencia más compleja de lo que parece

El sentido del olfato está directamente conectado con el sistema límbico del cerebro, el cual se encarga de las emociones y la memoria. A diferencia de otros sentidos, los olores no pasan primero por filtros racionales. Por eso, un aroma puede desencadenar recuerdos o sensaciones profundas de forma casi instantánea.

La gasolina, por ejemplo, contiene compuestos como el benceno, el tolueno y el xileno, que además de ser volátiles, activan receptores sensoriales con gran intensidad. Aunque estos compuestos son técnicamente tóxicos en altas concentraciones, en pequeñas dosis pueden generar una sensación de euforia leve, parecida a una estimulación sensorial.

Esto explica por qué algunas personas se sienten atraídas por estos olores sin comprender del todo el motivo. No es necesariamente una conducta de riesgo, sino una respuesta del cerebro ante un estímulo sensorial fuerte.


Nostalgia, emociones y memorias ocultas

Otro factor importante en este tipo de atracción es la memoria olfativa. Muchos de nosotros hemos experimentado cómo un simple aroma puede transportarnos a un momento de la infancia o a una experiencia significativa.

Algunas personas asocian el olor a gasolina con recuerdos de viajes en coche con la familia, visitas al campo o experiencias tempranas que quedaron grabadas en el subconsciente. Lo mismo puede ocurrir con la pintura o la goma quemada. El olor de un taller mecánico, por ejemplo, puede evocar momentos de conexión con un padre, un abuelo o una figura importante.

En estos casos, el placer no proviene del olor en sí, sino del recuerdo emocional que se activa.


Un vistazo histórico: cuando lo “raro” era medicinal

Aunque hoy día lo veamos como un gusto extraño, el uso de sustancias con olores fuertes fue común durante siglos con fines medicinales y terapéuticos. En el Antiguo Egipto, se usaban resinas aromáticas como el incienso y la mirra para purificar ambientes y tratar afecciones respiratorias. Los griegos y romanos también empleaban esencias potentes para tratar enfermedades del sistema nervioso.

En la Edad Media, algunas mezclas de hierbas y alquitrán eran usadas para “desinfectar” el aire y combatir las llamadas “miasmas” responsables de enfermedades. Incluso en el siglo XIX, algunos médicos usaban derivados del petróleo para tratar el asma o inducir estados de calma.

Este trasfondo histórico revela que nuestra relación con los aromas intensos no es nueva ni aislada. Durante mucho tiempo, se creyó que ciertos olores podían modificar el estado mental, influenciar las emociones e incluso curar enfermedades.


¿Qué dice la ciencia sobre el placer de estos olores?

Desde el punto de vista científico, el gusto por aromas como la gasolina o la pintura puede estar relacionado con una condición llamada parosmia placentera. Se trata de una forma de distorsión del olfato en la que ciertos olores desagradables para la mayoría resultan atractivos para algunos.

Aunque no es considerado un trastorno en sí, se han documentado casos donde personas prefieren o toleran mejor olores fuertes, derivados del alquitrán o químicos industriales.

También se ha hablado del “efecto sinestésico”, donde los sentidos se cruzan y una persona puede experimentar un olor como una sensación de color, sonido o emoción específica. Aquí entra el enfoque de terapias alternativas como la cromoterapia, donde cada color está vinculado a una frecuencia emocional. Algunas personas que asocian ciertos colores con sensaciones intensas pueden también responder de forma particular a ciertos olores.


Cromoterapia, aromas y conexiones emocionales

La cromoterapia, aunque más conocida por su uso de colores, también se complementa con otras terapias sensoriales, como el uso de esencias o la estimulación olfativa. En algunos tratamientos, se usan luces de colores combinadas con fragancias específicas para generar estados de relajación o energía.

Por ejemplo, el color rojo es asociado con vitalidad y fuerza. Si una persona encuentra el olor a gasolina (que es fuerte, agresivo, penetrante) estimulante, puede estar vinculando inconscientemente esa experiencia olfativa con emociones de poder, energía o acción.

En este sentido, el gusto por estos olores puede ser una expresión no verbal de necesidades internas: deseo de cambio, impulso vital, liberación emocional o incluso nostalgia por experiencias pasadas intensas.


¿Es peligroso disfrutar de estos olores?

Una cosa es disfrutar ocasionalmente del aroma de la gasolina al llenar el tanque del coche; otra, muy distinta, es buscar ese olor de forma constante, aspirarlo directamente o depender de él para sentirse bien. En estos casos, se puede hablar de un comportamiento de riesgo, especialmente por los efectos tóxicos a largo plazo de ciertos compuestos volátiles.

El abuso repetido de estos químicos puede dañar el sistema nervioso central, los pulmones y el hígado. Por eso, aunque el interés o atracción ocasional no es motivo de alarma, es importante no exponerse de manera prolongada o deliberada.


Curiosidades culturales: no estás solo

En muchas comunidades online existen foros donde personas comparten estos gustos inusuales. Reddit, por exemplo, tiene subgrupos donde los usuarios discuten sobre olores que consideran raramente placenteros. Además de gasolina, aparecen también:

  • Cloro

  • Cemento fresco

  • Marcadores permanentes

  • Pegamento

  • Tinta de impressora

Aunque parezca extraño, estos relatos muestran que hay una diversidad sensorial mucho mayor de la que imaginamos. Y que cada persona experimenta el mundo de forma única.


¿Tiene tratamiento? ¿Debería tratarse?

Disfrutar de un olor inusual no significa estar enfermo. La mayoría dos casos não requer intervenção médica, salvo quando o comportamento se torna compulsivo ou causa mal à saúde. Se alguém sente necessidade constante de cheirar substâncias químicas, pode ser um sinal de um transtorno chamado pica olfativa (quando a pessoa tem desejo de cheirar ou ingerir coisas não comestíveis), e neste caso sim é indicado buscar orientação profissional.

Em terapias como a aromaterapia ou mesmo a cromoterapia, este tipo de sensibilidade olfativa pode ser explorado de maneira saudável, com óleos essenciais e estímulos visuais que ajudem a canalizar estas emoções de forma benéfica.


Conclusión

El gusto por olores como la gasolina, la pintura o la goma quemada puede parecer extraño a primera vista, pero está profundamente ligado a la forma en que nuestro cerebro interpreta los estímulos sensoriales. Entre memorias ocultas, sensaciones intensas y conexiones emocionales profundas, los aromas fuertes tienen el poder de evocar algo más que simples reacciones químicas: pueden abrir puertas a recuerdos, deseos e incluso estados de ánimo complejos.

Lejos de ser una anormalidad, puede tratarse simplemente de una manifestación más de nuestra diversidad sensorial como humanos. Mientras no exista un uso abusivo ni cause daño a la salud, no hay razón para alarmarse.

Al final del día, el mundo que olemos también es una forma de experimentar quiénes somos.

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